miércoles, 13 de agosto de 2008

Cronicas de un caminante




He mirado atrás, he visto cada uno de mis pasos; andados entre miles de batallas y consumidos por el nocturno poder del Dios Hades.
He comido en la mesa del gran Odín, dentro de su maravillosa casa del Valhala, he consumido las grandes aventuras plasmadas en los cantos de las odas mayores y he jugado con Thor y las Valquirias en la entrada del cielo Nórdico.




He luchado al lado de los heraldos negros, grandes guerreros de la Atenas gloriosa, y bebí del más delicioso vid guardado en las alforjas de los soldados Espartanos, observe como Héctor limpio su espada con el blando cuello del virgen Pratroclo..y cómo el enorme Ajax golpeaba las murallas de Ilios con el martillo entregado por su padre en las tierras de Siracusa.




Conocí la falange Hipoclita del maravilloso Alejandro de Macedonia, quien con su poder arrastró al poderoso Darío II a tierras más allá del río navegado por los antiguos hijos de Isis. Me deje llevar por los cantos de los Rapsodas Helénicos que emigraban a la triunfante Roma, después de ser vencidos por su mezquina individualidad. Participe en las guerras Púnicas, donde vi al General Aníbal de Cartago, pedir a los dioses de la tierra por la protección del reino, que su padre Amílcar y su cuñado Asdrúbal habían cuidado con recelo. Tiempo después mientras caminaba sin rumbo por las tierras altas de la Emérita Augusta (La Mérida Española de tiempos Romanos) me entere por boca de un viejo y maltrecho legionario que el gran León Cartaginés, se había quitado la vida cincuenta años después de ver caer su reino.






Tiempo después estuve al servicio de una legión, quien lucho en contra de los Celtas de las montañas de Britania, pero quede fascinado cuando una noche, estando frente a una hoguera, un guerrero galo me conto sobre el poder del Dios Lugus, quien había creado el fuego y enseño a los hombres en la edad de hierro el arte de empuñar la espada. Escape y pinte mi cuerpo del azul místico y luche en contra de los blindados romanos...Tiempo después vi como un General romano sediento de sangre se hacia victorioso en la ciudad de York, luego de tomar la Roma de los Césares instalo su poderío en la frontera de los dos mundos..allí se hizo llamar Constantino.
Luego tuve que marchar a tierras centrales, camine con los Cruzados y pude servir a los temerarios Templarios, abandone la búsqueda del Grial cuando un príncipe mameluco, me explico sobre su dios..quien había llegado para unificar a todos los hombres desde la Meca, hasta la Turquía invadida por el guerrero de pocas ropas. Entonces decidí escapar y volver a vagar por el mundo...sin entender a donde me dirigía, contando con la fuerza de mis pasos. Entre murmullos de un artesano del Peloponeso, pude enterarme que los mamelucos, comandados por un hombre de nombre Saladino había recuperado las ciudades sagradas de Anatolía y Jerusalén, obligando al guerrero y al caudillo franco a regresar a sus lugares primigenios. Luego los Turcos Otomanos derrumbaron el poderío Bizantino...tomando con sus grandes piezas de artillería, lo que alguna vez les perteneció...Estuve allí, escuche de boca de un soldado como Justiniano cortaba las cabezas de sus enemigos, con su espada de 8 metros de largo, y de hoja fundida por los rayos del cielo y limpiada por ángeles guerreros.

Tuve que escapar, cuando vi de que manera los hombres que pregonaban la religión del Islam cometían los mismos crímenes que aquellos que basaban su salvación en los cielos cristianos. Camine y fui recibido por un Capitán de milicias, quien me dio empleo como guardián de las puertas de Florencia, allí conocí Cosimo y a su nieto Lorenzo “El magnifico”...quienes había logrado obtener el ducado para la familia Médicis, en tiempos de las últimas cruzadas...
Una noche mientras observaba la luna caer en las atalayas de la ciudad, me sentí cansado y pregunte a todos los dioses..¿Cuál era mi misión? ¿Qué tanto buscaba para sentirme completo?...Tuve que caminar mas de 10 siglos para saberlo...Tuve que tripular las naves que surcaron el atlántico...tuve que abandonar el bando del hombre blanco, y participar en la guerra de guerrillas de los aborígenes del paraíso, después llamado “El nuevo Mundo”...tuve que acompañar al General Miranda durante su pregonar por los imperios de la antigua Europa Medieval...tuve que observar como corría la sangre de los malévolos reyes de la Francia Imperial...tuve que caminar descalzo escapando de las tropas Napoleónicas y celebrar con el orgulloso y ególatra Wellintong, quien con una copa de vino se jugo de nuevo; como los hombres poderosos, el destino del mundo...tuve que partir de nuevo a las Américas y ver como el pueblo manipulado por las creencias de la fe se mataba por el poder de los cultivos de las tierras...tuve que observar como la real caballería polaca era devastada por los nuevos caballos blindados del imperio Alemán...tuve que unirme al proletario, quien con oz y martillo derroto a los pusilánimes Zares; esos que había ganado la gloria uniéndose con los últimos descendientes del imperio de Bizancio...tuve que caminar por los cercos alambrados de las trincheras soviéticas, que luchaban en contra del gran orador Austriaco, que poco a poco se jugaba en un mapa a escala el destino del continente Europeo....tuve que vivir todo eso para poder descubrirte, para saber que no puedo guardar más silencio..no puedo dejar que este pequeño miedo opaque todo lo que he hecho para llegar a ti...

1 comentario:

Manuel Antonio Azancot Carvallo dijo...

De una sucinta primera lectura me parece un magnífico caleidoscopio histórico de amplio espectro, debido a ese basto rango histórico que abarca requiere un lectura más detenida para poder apreciar y asimilar los datos humanos y geográficos descritos, no obstante, aprecio de entrada que saltaste una etapa importantisina sin la cual no se hubiese dado la última considerada, la cual es la primera guerra mundial, sin la cual tal vez la segunada no hubiese tenido sustento. Luego de leerla más detenidamente te doy mi constructiva opinión