He llagado a la ciudad principal de la capitanía general de Venezuela. No ha sido fácil estar aquí, pues mi color de piel no es buen vista, pertenezco a la clasificación de Pardos (Según las normas sociales de esta racista sociedad), hombres de tostada epidermis; los cuales son la base económica de esta sociedad colonial. Pude trabajar como guardia de 3era clase en el pelotón de los valles de Aragua, destacado en Caracas, pero un oficial de la corona ha desempolvado un antiguo decreto fechado en 1666, en donde se prohíbe la participación militar de pardos y morenos. He caminado sin rumbo, la desigualdad de este lugar asombraría a los que algunos años atrás hablaron de igualdad en plena ilustración Franca...Pero se que algo pasará muy pronto, por algo estoy aquí...sigo buscándote..continuo tratando de obtenerte.

Mientras caminaba por las inmediaciones de la Plaza Mayor, pude observar lo magnifico de la planificación urbana; totalmente diferente a las localidades europeas, las cuales habían heredado lo contraído de sus ancestros medievales, aquí todo era libre, amplio, despejado, lastima que la estrechez asumida aquí, nacía del alma, de los prejuicios, del racismo y de la religión. Paré en un puesto de legumbres, mi cuerpo pedía un poco de alimento, mientras observaba la gran variedad de frutas y frutas, pude escuchar: “Ando en busca de un joven oficial de pintura, ¿Quién está interesado?”...di la media vuelta y me acerque, extendí una reverencia y le hice saber mis ganas de ocupar tal puesto. Aquel hombre me observó detenidamente y me pidió que camináramos para conversar, la caminata se hizo muy corta; habíamos llegado a la puerta de su taller ubicado en la zona de los artistas y artesanos de la ciudad, de nombre “Altagracia”, me invito a pasar y con gran cortesía me hizo tomar asiento, a mi alrededor estaban una vasta serie de utensilios, los cuales servían para el oficio de pintor; algunos jóvenes entre 10 y 20 años trabajaban en labores de limpieza y un perro estaba totalmente dormido debajo de un caballete de enormes dimensiones. El maestro se retiro para buscar algo, me levante y me acerque al lienzo que descansaba muy cómodamente sobre el caballete, era una obra muy peculiar, no era un trabajo tan perfecto como el que conocí en la Italia del renacimiento Florentino, pero tenia alma, tenia una fuerza descomunal que ni el mejor de los críticos de arte icnográficos del mundo podría explicar, del lado inferior izquierdo una firma: “Lovera”. Esta pieza mostraba el retrato de un hombre, nada fuera de lo común, pero el fuego estaba en sus ojos, eran como dos pequeñas constelaciones que mostraban algo intrínseco y denso. El maestro regreso y me hizo entender que yo no estaba preparado para el trabajo, pues carecía de credenciales en la participación de ese oficio, pero me dijo que vio en mis ojos algo que le inspiro confianza y por tal motivo podría permanecer en su taller el tiempo que fuera necesario, desde ese momento el maestro J. Lovera y yo nos hicimos grandes amigos.

Llego el 5 de julio, el maestro y yo, nos habíamos quedado despiertos en el taller, le contaba de ti, le hablaba de mi sueño, de como he vivido buscándote, de pronto un joven tocó la puerta con gran alboroto, y le dijo al maestro que se preparará para el gran evento, yo desconocía lo que pasaba, me pidió que lavara mi cara y que tomara un traje que había preparado para mi, me puse un chal color ébano, una chupa del mismo color y zapatillas con hebillas plateadas, estaba totalmente a la moda (pero como nunca he sido amante de los festines, siempre que me a tocado tapar mi desnudez con ese tipo de ropa, a sido con prendas ajenas)...antes de salir me pidió que por favor tomará un estoque que colgaba detrás de la enorme puerta, lo envainara y lo llevara en mi cintura..me dijo que ese día yo fungiría como su escolta, primero por que él tendría una participación especial en el evento al cual no dirigíamos, y segundo por que sabia que ese era el instrumento perfecto para mi.

Llego el 5 de julio, el maestro y yo, nos habíamos quedado despiertos en el taller, le contaba de ti, le hablaba de mi sueño, de como he vivido buscándote, de pronto un joven tocó la puerta con gran alboroto, y le dijo al maestro que se preparará para el gran evento, yo desconocía lo que pasaba, me pidió que lavara mi cara y que tomara un traje que había preparado para mi, me puse un chal color ébano, una chupa del mismo color y zapatillas con hebillas plateadas, estaba totalmente a la moda (pero como nunca he sido amante de los festines, siempre que me a tocado tapar mi desnudez con ese tipo de ropa, a sido con prendas ajenas)...antes de salir me pidió que por favor tomará un estoque que colgaba detrás de la enorme puerta, lo envainara y lo llevara en mi cintura..me dijo que ese día yo fungiría como su escolta, primero por que él tendría una participación especial en el evento al cual no dirigíamos, y segundo por que sabia que ese era el instrumento perfecto para mi.



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